Texto - Una resonancia incipiente para una sociedad en quiebra

Cualquiera puede corroborar mediante los noticiosos, los diarios, los periódicos, las revistas, o la Internet el estado de salud en que se encuentra nuestra sociedad. Para ser más simples, basta con sólo salir a la calle para notar el problema.
Gente que camina con miedo a que los maten por “un pancho y una gaseosa” (según el aporte filosófico de un experimentado en la materia: Marcelo Tinelli) aunque, en realidad, por menos que eso se han cometido atrocidades. Otros tantos viven presos en pequeños mundo-hogares con rejas en los paredones, en el patio, los ventiluces, hasta en el inodoro. Personas con bronca y angustia por el raro funcionamiento de la (in) justicia.
Dentro de todo este ovillo de males está también envuelto el problema de los jóvenes y algunos cuantos adolecentes, a quienes parece no afectarles el tiempo. Violencia juvenil, guerra de “tribus” (tal cual si estuviéramos en la Era de Piedra, sólo que en ese tiempo tenían la excusa de la supervivencia y la falta de materia gris), discriminación, drogas (entre las que más consumen y a nadie parece interesarle es la tecnología), alcohol, etc, etc, etc.
Lo antes expuesto lleva a la parte mayor de la sociedad a una recurrente frase que les sirve de palangana donde lavarse las manos, al mejor estilo Pilato: “La juventud está mal” o “La juventud es un desastre”. Estas afirmaciones sacan a colación pensamientos como que a los jóvenes no les interesa nada, que los jóvenes no tiene futuro, y demás transformaciones de esos pensamientos pesimistas.
Dentro de todo este marco global algunos pequeños artistas (o interesados por el arte), medios des-ubicados desde ya, nos hemos agrupado. No en alguna nueva tribu urbana, de las tantas que inundan las ciudades. Tampoco en algún extraño grupo que tenga como premisa cambiar de sexo o utilizar una clase especial de vestimenta. Mucho menos compartimos un espacio determinado dentro del, virtualmente inmenso, mundo de la Internet.
Esta agrupación se ha dado a llamar Fremo, y compendia a jóvenes interesados por el arte, jóvenes que poseen esa antena de la que habla Charly García.
Jóvenes escritores, jóvenes pintores, jóvenes actores, jóvenes fotógrafos, y muchos más jóvenes que trabajan en las diferentes ramas del árbol enorme del arte. En definitiva, jóvenes que poseen, y utilizan, eso que les rellena la parte superior de la cabeza. Estos jóvenes son las manos que llevan adelante a Fremo, con su trabajo, su esfuerzo, su compromiso ante la realidad que los invade y circunda.
Esta agrupación nació en Punta Alta (provincia de Buenos Aires) con el propósito de abrir las puertas- o mejor dicho las rendijas, por la escasez- al arte joven de esta localidad. Para hacer, de esta manera, que muchos pequeños grandes artistas puedan tener su lugar y mostrar el trabajo que desarrollan, sin tener que exiliarse del pueblo en que viven.
Los que pertenecemos a esta aglutinación de jóvenes hemos tenido que soportar algunos menosprecios, y hasta críticas, por parte de personas mayores que se preocupan por el bienestar social de las futuras generaciones. Algunos nos dieron a entender, quizá, que el arte es para entidades superiores – consagrados-, que el arte no es para jóvenes. En resumen, que hagamos algo con nuestra vida.
Sin embargo, sentimos un inmenso alivio al ver el interés (en lenguaje adolescente sería: al ver como pegó) de otros jóvenes de la ciudad, e incluso, de otros lugares del país.
El arte nos agrupa. El arte nos hermana. Pero también nos divide, porque nos hace pensar. Y en algunas ocasiones los pensamientos toman distintos rumbos.
Eso es lo que busca Fremo. Que los jóvenes piensen, que los jóvenes creen. Ayudarnos entre nosotros mismos para seguir creciendo y compartiendo el mundo del arte. Eso significa sociedad.
Esto empezó en Punta Alta, pero dejamos una puerta abierta para cualquier joven del mundo. Porque los jóvenes también tenemos voz. Y queremos gritar nuestros padecimientos. Como dijo Guillermo de Torre en su Ultra-Manifiesto: “Porque ha llegado la horade decirlo todo […], estamos dispuestos a gritar incluso “lo que no está permitido decir sobre el arte”, […]. Por medio de las verdades insolentes”.

Alejandro Paiva, Coordinador de Fremo.